SIESTA
DE SEGADORES
por Fabián Castillo Molina
Estando segando un año
allá por Navalcaballo,
La borrica amaneá
a eso ya del mediodía.
cuando más aprieta el sol.
De comer: patatas fritas;
y de postre: no hay melón.
Se echan un rato la siesta
el matrimonio, en abrojos.
Hay que tumbar mucha mies
Cuando van cogiendo el sueño
el marido oye algo raro.
Se ladea un poco el
sombrero,
un poco... de medio lado,
y ve llegar un borrico.
El cabrón viene empalmado.
Aunque es animal pequeño
el bergajo tiene grande.
“(Si no me levanto pronto
este me va a dar la tarde)”.
No termina de pensarlo
el segaor de la borrica
y ve cómo el borriquillo
en ella se engarabita.
Al ser de pequeña talla
y la hembra ser tan grande
aunque está pingau en ella
allí no puede alcanzale.
El segaor pega un brinco
y se le cae el sombrero.
Se encara con el borrico.
Coge la cincha del suelo,
y muy encorajinao
intenta aplacar al burro
pegándole con la hebilla
en los huevos y en el culo.
En vista de que no cede,
más y más enfurecido,
al sabanillo le pega
al pobre borrico entero
en to la mitá la verga.
Al cascale tan de lleno
el animal se resiente.
Se va temblando p’atrás
rechinándole los dientes.
Al momento se rehace
y se va pa’l segaor
que al verlo tan decidido...
¡Ah, me cagüen el copón!
En vista de aquel gran cisco
la mujer coge al chiquete
que a la sombra un aguarón
entre medias de dos haces
sudando y durmiendo tienen.
La borrica amaneá
qu’es tan grande y rezumbona
rompe tomiza y atarre
y deja ramándose´l agua
tras de volcar la bombona.
Arrea por el rastrojo,
el borrico va detrás
y el segaor con la cincha
arreándole cinchás.
Y pa sujetar la fiera
no se le ocurre otra cosa
que agarrarse fuerte al rabo
como si fuera macolla.
La mujer lo ve en peligro
enganchau de esas
maneras
y desde el hato vocea:
-”¡Déjalooo y échate
afueraaa!”.
No ha terminao de decirlo
y el borrico da una coz
tirando patas arriba
al segaor tan feroz.
Allí tumbao´n el rastrojo
quejumbroso se debate
pensando pa sus adentros:
-”Esta ya no tiene empate”
Burro y borrica encendíos
corriendo van a parar
a la cuadrilla Perona
que se habían puesto a
mirar.
Entre todos los rodean
y el burro vuelta a
montar...
Pero entre hombres y mujeres
lo tumban al cebadal.
Ya por fin cojeando un poco
en medio de la polvisca
aparece Emilio “El Mire”
el segaor de la borrica.
Llega un poquito detrás
el dueño el borrico entero
(por cierto Marcos “
Peneque”)
diciendo no hacerle gracia
que a su borriquillo peguen.
Sin embargo, comprensivo,
reconoce las razones
que da el amo e la borrica:
“Que no quie tener borruchos
ni que la dejen encinta”.
Según “Peneque” declara
un poquitillo después,
se le había escapau el garañón
y se había venío corriendo
desde el Cerro Perdigón.
Así hablando y echando un
trago,
riendo y en buena armonía,
entre hoces y zoquetas,
de dediles y tomizas,
se despiden agraecíos
los dueños los animales
de la gente e la cuadrilla.
Fabián Castillo Molina
Años 80.
Nota: Esta composición la hice como regalo de cumpleaños para mi padre,
basándome en el relato escrito en prosa que él me había entregado. Pensaba que
podría ser válido recitarlo en alguna de aquellas noches festivas del Pozo
Nuevo, pero no creo que llegó nunca a estrenarse. Sin embargo, la de El
borrico moro, otro trabajo escrito para la Fiesta El Pozo, sí llegó a
leerse e incluso a repetirse por la buena acogida y regocijo con el que fue
acogido. Será motivo de otra entrada aquí.
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