Hace unos pocos días, traíamos por este blog una postal de 1975 aprox. en la que se veía la zona del parque actual como un solar. Ese solar había estado ocupado durante años por el cementerio viejo. Hubo un tiempo durante el cual el nuevo y el viejo convivieron; fue muy corto. Unos pocos cuerpos del viejo (sobre todo los restos más recientes) se trasladaron al nuevo, también unas pocas lápidas o esa bellísima cruz del actual altar, que, según me dijeron, formaba parte del panteón de la Somala. Pero la mayoría de los cuerpos enterrados permanecieron en su sitio, y ahora los niños juegan y ríen sobre tales restos. Una imagen entrañable, sin duda. A veces se ha cavado en él y ha salido algún hueso a relucir. Cosas que pasan. Un motivo muy romántico, esa es la verdad.
Yo nunca lo hubiese derribado porque soy de los que opinan que los cementerios tienen que formar parte de manera natural de una ciudad o de un pueblo. Significa convivir con nuestro pasado y con nuestros antepasados. Ese templo sagrado que es un cementerio es solo una forma de venerarlos y merece el mismo respeto que merecen los cuerpos que en él descansan (y fijaos que no hablo de profanación; solo de respeto, de memoria). De todas formas, eso forma parte de otro cuento. Habrá quien opine que era un estorbo o que ya estaba demasiado viejo o era antihigiénico, en fin, respetables todas las opiniones.
Esta entrada, en fin, la he hecho solamente para mostraros una imagen aérea de ese cementerio que los más jóvenes no han conocido. Es del 17 de junio de 1961, tomada por Paisajes Españoles. Como veis, la mayoría de las tumbas son de tierra, pues pocas eran las familias que podían costearse una lápida de piedra. Como escasos son los panteones. Unos pocos cipreses completan el interior de una cementerio austero enmarcado con una pared de tapia. Un cementerio más de un pueblo de la Mancha.
Destacan, por ejemplo, el porche de entrada al recinto con una puerta en forma de arco, así como la casa del camposantero, pues, como es sabido, el cuidador y vigilante del cementerio vivía en esa casa adosada. Llama la atención la ausencia de edificación alguna en este entorno: el cementerio está exento en mitad del campo cultivado. Más allá la carretera de Las Mesas y el desvíe recién levantado; y entre este y el cementerio una especie de laguna con abundante agua. El camino hasta llegar a él desde la iglesia ya veis que estaba flanqueado de árboles salpicados. A la derecha, junto a ese cruce de caminos que se ve en primer plano, estaría el Pocillo. No, no se ve por un par de metros: tenía su brocal de piedra y estaba cimbrado en esta época.
En fin, una buena fotografía histórica de nuestro añorado Cementerio Viejo, en la que el edificio y su entorno se muestran en todo su esplendor.
Fabián Castillo, en su libro Al Pueblo, escribía estas líneas sobre el cementerio viejo:
Fabián Castillo, en su libro Al Pueblo, escribía estas líneas sobre el cementerio viejo:
"Y el traslado de los restos, el ir y venir inquietos, familiares y vecinos, de boca en boca sucesos, emociones y lágrimas, pensamientos, recuerdos; Lápidas allí apartadas, tierra húmeda. Huesos y huesos...
Así se convertía en parque, en el recreo del pueblo, aquel respetuoso lugar tantos años cementerio".
©Ángel Carrasco Sotos
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