Pedroñeras 30 Días, número 99, enero de 2010
Era sábado, 26 de diciembre, hacía
frío, ¡pero allí estábamos un buen puñado de nacidos en este año para celebrar
nuestro 40 aniversario! Unos no pudieron venir, otros quizá no quisieron; sus
razones tendrían. Lo que sí aprendimos todos aquella noche es que es necesario
reunirse de vez en cuando para compartir algo que sólo los que allí nos
congregamos teníamos en íntima propiedad: el secreto de haber crecido con unos
recuerdos que únicamente a nosotros nos pertenecen; a nadie más. La vieja
infancia, la escuela, los juegos de recreo y de calle, afectos y desafectos,
todo ese tesoro bien guardado en nuestra memoria, todo lo que constituyó
aquellos años pasados, en definitiva, volvió a brotar como un manantial
necesario en las conversaciones (del mismo modo que ocurre en los sueños). Y,
creado ese clima, la cosa no podía terminar en otra cosa que en fiesta y de las
gordas, en un regocijo y una alegría tan persistente que a algunos los
sorprendió incluso la madrugada.
Felicidades a los organizadores pues
todo salió redondo. Volveremos a juntarnos y a vivir otra noche mágica como ésta.
¡Viva la quinta del 69! Un abrazo a todos.
©Ángel Carrasco Sotos.
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