El habla de Las Pedroñeras - Las Pedroñeras, Capital del Aique | Las Pedroñeras

sábado, 10 de marzo de 2012

El habla de Las Pedroñeras - Las Pedroñeras, Capital del Aique

Pedroñeras 30 Días, número 44, noviembre de 2005


De todos es conocida la fama que el ajo ha otorgado a Las Pedroñeras desde hace ya muchos años (por no decir siglos), cosa que le ha valido el reconocido título de Capital del Ajo. Pues sepan los que este escrito leyeren que si el tal producto dejase de sembrarse en estas tierras, por cualquier razón que nunca desearíamos, no cabría duda de que en lugar de Ajo colocaríamos Aique y todos nos quedaríamos tan panchos. Pues si del ajo se enorgullecen sus habitantes tanto más lo hacen de servirse de una interjección que, lejos de desmerecer su honra, la engrandece y lustra. De modo que este pueblo pasaría a llevar el sobrenombre de "Capital del Aique" y ¡santas Pascuas!


Se trata –como se sabe, por otro lado– de una interjección de las llamadas propias, con rango de polisémica, es decir, de ésas que valen tanto para un roto como para un descosido. Es así que el hablante pedroñero la usa tanto para expresar alegría como tristeza, aunque también duda, enfado, rechazo, disgusto, resignación y un largo etcétera que no nos cabrá a buen seguro en el saco de este artículo.

Y como ejemplos para demostrar el aserto no nos han de faltar, nos ponemos a ofrecerlos sin más demora, haciendo una clasificación que espero agrade a los lectores de este periódico.

a) ¡Aique! de tristeza: ¡Aique, madre mía, la que nos ha caído este año con los ajos!

b) ¡Aique! de alegría: –Mañana si llueve no vamos a vendimiar. –¡Aique, gloria!

c) ¡Aique! de protesta o desprecio ante lo visto u oído: ¡Aique!, así tamién lo hago yo!

d) ¡Aique! de rechazo: ¡Aique lo que m’han traído!

e) ¡Aique! de confirmación: a) -¿Es que no vais a ir al entierro? –¡Aique!, pos no. b) –Ése no paece más po aquí. –¡Aique!, ¡cómo lo sabes!

f) ¡Aique! de enfado: ¡Aique el tonto este lo que m’ha dicho!

g) ¡Aique! de duda: –¿Es que no te lo crees? –¡Aique!, pos no sé qué decite.

h) ¡Aique! de resignación: a) –No me queda d’ésas. –¡Aique!, pos dame de las otras. b) ¡Aique!, pos si has sacau un cuatro, ¿qué vamos a hacele?

i) ¡Aique! de confirmación de lo ya sabido: –¡Otra vez que m’he enquivocao! -¡Aique!, ¡y sabelo!

j) ¡Aique! de deseo: ¡Aique!, pos la verdá es que me gustaría ir.

k) ¡Aique! condicional: ¡Aique si llego a ir pa na!

¡Ande el aique pedroñero de mano en mano como pelota entre niñas! Recorra con audacia este otro manjar del idioma las llanuras de la Mancha y casémoslo, si es preciso, con el ¡ea! para que, de la mano, entren en el diccionario de la Real Academia Española con méritos propios, como Don Quijote, lanza en ristre, entró en la Historia de la Literatura, adornado por la guirnalda, el clavel y los laudes de los más ilustres académicos.

©Ángel Carrasco Sotos.


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Ángel Carrasco Sotos

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