por Vicente Sotos Parra
Cada pueblo tiene unos sabios poco reconocidos, pero no por ello menos importantes. Sí, arrinconados como muebles viejos inservibles, invisibles para casi todos los que conviven cerca de ellos. Apenas si se les tiene en cuenta la sabiduría que acumulan, fruto de los años vividos y no siempre bien. Pediría a las generaciones actuales que reflexionaran y se les escuchara sus lecciones; son gratis, fruto de los años y la experiencia.
Podría tal vez entrar en un análisis serio del asunto, pero me reservo para cuando haya visto las opiniones de los lectores. Va, pues, monda y lironda, la consabida historieta.
Uno de estos sabios de nuestro lugar fue el hermano Juanantes, que salvó a Felipón de aquel lío que le sucedió en Belmonte.
Son las fiestas del pueblo vecino y, desde que su tío lo llevó a la feria un año, le creció la afición de acudir cada año. Salió tarde del lugar ese día por lo que llegó a Belmonte con el sol puesto, pues en septiembre, ya se sabe, los días empiezan a ser más cortos. A paso lento, pues la borrica Luna, hija del borriquillo Lucero, andaba preñada, así que la llevó del ramal. Pasaría la noche en una posada dejando a la borrica en el corral. Mientras todos dormían, la burra tuvo un borruchete, que rodó hasta debajo del carro de un gitano. Por la mañana, el gitano despertó a Felipón diciéndole:
--Levántateee paaaayo y mira... Mi carro ha tenido un borruchete.
Felipón se levantó y, al ver lo ocurrido, exclamó:
--¡Eso no puede ser! ¿Dónde se ha visto que de un carro pueda nacer un borrucho? ¡El borrucho es de mi borrica!
El gitano le repuso:
--Si lo hubiese parido tu borrica, estaría a su lado y no debajo de mi carro.
Así discutieron largo tiempo y al final se enredó tanto el ovillo que se dirigieron al juez de paz de Belmonte, escaso en leyes y luces, quien mandó llamar a los dos litigantes y les propuso cuatro enigmas:
--¿Qué es en el mundo lo más fuerte y rápido?
--¿Qué es lo más gordo y nutritivo?
--¿Qué es lo más blando y suave?
--¿Qué es lo más agradable?
Y les dio tres días de plazo para aceptar las respuestas, añadiendo:
El cuarto día vengan a darme la solución.
El gitano, acordándose de su compadre, se dirigió a su casa para pedirle consejo. Este le hizo sentarse a la mesa, convidándolo a comer, y entre tanto, le preguntó:
--¿Por qué estás tan preocupado, compadre?
--Porque el juez de Belmonte me ha dado para resolver cuatro enigmas y un plazo de tres días.
--¿Y qué enigmas son?
--El primero, ¿qué es en el mundo lo más fuerte y rápido?
--¡Vaya un enigma! Mi primo tiene una yegua torda que no hay nada más rápido: sin castigarla con el látigo alcanza a las liebres.
--El segundo enigma es: ¿Qué es lo más gordo y nutritivo?
--Nosotros tenemos un cerdo al que estamos cebando hace ya dos años, y se ha puesto tan gordo que no puede tenerse en pie.
--El tercer enigma es: ¿Qué es lo más blando y suave?
--Claro que el lecho de plumas. ¿Qué puede haber más blando?
--El último enigma es el siguiente: ¿Qué es lo más agradable?
--Lo más agradable es ver a los churumbeles dándole puntapiés a los paaayos.
--Muchas grasias, compadre. Me has sacado de un gran apuro; nunca lo olvidaré.
Entre tanto, Felipón fue a pedirle consejo al hermano Juanantes.
-- ¿Por qué suspiras tanto y estás tan desconsolado, hermoson?
--¿Cómo quiere usted que esté? El juez de Belmonte me ha propuesto cuatro enigmas que ni siquiera en toda mi vida podría adivinar y lo debo hacer dentro de tres días? Si no lo hago, el gitano se quedará con el borruchete de mi burra.
--Dime cuáles son para que no te pase como pasa muchas veces, que el juez abre la ostra, se la come y les da las conchas a los litigantes.
--Pues son las siguientes, hermano: ¿Qué es en el mundo lo más fuerte y rápido? ¿Qué es lo más gordo y nutritivo? ¿Qué es lo más blando y suave? ¿Qué es lo más agradable?
--Tranquilízate, hermosón. Ve a Belmonte y dile al juez ese: Lo más fuerte y rápido es el viento. Lo más gordo y nutritivo, la tierra, pues alimenta a todo lo que nace y vive. Lo más blando, la mano: el hombre, al acostarse, siempre la pone debajo de la cabeza a pesar de toda la blandura del lecho; y ¿qué cosa hay más agradable que el sueño?
--Está bien —dijo- el juez- los dos habéis hecho los deberes, pero dime cómo se alimenta ese viejo que te aconsejó Felipón.
--El hermano Juanantes pesca en la arena del río cangrejos y peces sin cebo.
--¡Qué tontos sois los pedroñeros, Felipón! ¿Dónde se ha visto que los peces vivan en la arena de la orilla del rio? ¡Los peces están en el agua!
Felipón le contestó: ¿Cree su señoría que es más listo que el sabio de mi lugar? ¿Dónde se ha visto que de un carro pudiera nacer un borrucho?
(CHASCARRILLO)
El juicio lo ganó Felipón,
dejando al gitano sin borrucho.
Puede que el juez fuera borrucho,
para luego ser un día, buen burro.
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Lo que las leyes no prohíben,
puede prohibirlo la honestidad.
Seneca
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