por Vicente Sotos Parra
Conforme pasaba los meses Felipón no podía hacer lo que hizo su antecesor Abundio “Ratón Colorao” teniéndolo presente, pues todos lo que le enseñó no estaba escrito en la Biblia ni en el Quijote. Seguía haciendo los mandaos de los compañeros que no podían salir del cuartel, pero con la diferencia de que no exigía nada por hacerlo.
El tabaco y las cartas se los
facilitaba sin pedir nada a cambio, voluntariamente le daban los dos reales que
guardaba. Siguiendo la costumbre de “Ratón Colorao” les hacía una pulsera de a
duro para luego tardar menos tiempo en
contarlo.
Como ocurre casi siempre en la
vida, tuvo compañeros que después de hacerles el favor no le daban nada por el
servicio. No solo eso, sino que se burlaban de su semblante de bonachón y
poco avispado intentando engañarlo como si fuese fácil después de haber leído
veinte veces la Biblia lo mismo que el Quijote, cosa que no era fácil. Cuando el que lo intentaba confundir le contestaba
con unos pasajes del Quijote, con algún chascarrillo, del tosco pero sabio
Sancho… o de san Mateo, san Agustín, san Pedro. Al escuchar dichos pasajes, su
planteamiento de tenerlo como torpe, lerdo, cambiaba radicalmente dejando de
ser el que pensaban que era Felipón.
Esto le pasó con un valenciano. Los valencianos a los que llegaban de la meseta le llamaban en tono despectivo
“Churros”, leyenda que según se cuenta a la hora de jurar bandera en vez de
decir "Juro" uno de la meseta dijo “Churro”.
Pero esta historia parece que fue al revés: que fue un valenciano el que
al llegar a jurar bandera dijo “Churro” que se asemeja más a la expresión de
“Chure” en valenciano.
Este valenciano se creía listo de
nacimiento y cuando él llegó a este mundo era cuadrado y no redondo, por lo que
se dedicó con una lima a darle la forma redonda en la cual se encuentra.
Desde el primer día de su entrada
en el cuartel ya miró de manera despectiva a Felipón, preguntando el motivo de
que pudiera vestir de paisano, y de dónde era. Cuando supo de su origen que era
de Cuenca y de un pueblo Las Pedroñeras, se le hincharon la venas del cuello
diciendo: “La mare que él va a parir als churos de merda”. La madre que parió a
los churros de mierda.
Supo Felipón por uno de su pueblo
original de Cullera que de mote le llamaban Pepe Mocos Verdes. La envidia se la dejaba de sobra
considerando a los no nacidos en
Valencia y su provincia extranjeros, venidos a comerse el pan que le sobraba,
haciendo todo lo posible para que pareciesen forasteros de otro mundo en el
cual no tenían derecho a respirar. A Felipón lo perseguía con tanta inquina y
malicia que de haberlo podido encerrar en el calabozo por cualquier tontería lo
hubiese hecho sin ningún miramiento. A la Iglesia la consideraba unos parásitos,
y al clero, un atajo de mandingas y mangante que le comían las ideas y los
cuartos al pueblo inculto.
Siendo este Pepe Mocos Verde de
mediana estatura y rechoncho que lo hacía parecer más bajo, y sin un pelo en la
cabeza a pesar de su juventud. Hablaba
siempre en valenciano con soltura sin importarle si se le entendía. Formó su
grupo que le seguía, pues tenía ese don de verborrea barata de político
embaucador que exacerbaba a los que le escuchaban para una vez conseguido su
objetivo dejar a los inocentes llevaran a cabo su planteamiento. Tenía estudios
de haber estado en el instituto lo que no le fue difícil de aprobar los
exámenes de cabo primero.
Los que le llegaron a tener
pánico fue los venidos de Albacete y Cuenca, los perseguía con saña y malicia,
arrestándolos sin motivo ni razón. El pelo de los valencianos siempre estaban
en condiciones, las botas más de lo mismo, mientras que a los de la meseta lo
llevaban largo y la botas sucias, esto a la hora de pasar revista. Una semana
sin salir del cuartel, o arrestados en el cuerpo de guardia.
¡Había que darle leña al mono! Poco a poco cada vez se abría más el abanico
en el que Mocos Verdes acorralaba a sus víctimas que no teniendo armas para defenderse de
aquella persecución tan grande como injusta.
A don Santiago le llegó la
información de las pequeñas tropelías y escarda de lo que consideraba gente honrada, honesta a carta cabal.
Un domingo en el que estaba de
guardia Mocos Verdes, como suboficial, dejo de que los valencianos se marcharan
de paseo sin acudir a la misa a la que solo asistieron los diez, justos los que
procedía de la meseta castellana.
Nada más terminar la misa don
Santiago lo hizo llamar a la sala de oficiales a Mocos Verdes.
-------Permiso…saludo militar.
-------Quédate firme mientras estés
delante de mí y no se te ocurra bajar la mano del botón de la gorra.
-------Jesús dijo que todos
somos iguales ante la ley.
Tú no has cumplido la ley de este
cuartel en el cual toda la guardia saliente y entrante debe acudir a misa.
-----La discriminación de no
hacerte entender por tus subordinados hablando en valenciano.
----- En este cuartel, en esta
nuestra Patria se habla en castellano español para que todo el mundo se entere
de lo que se dice y ordena.
Son dos faltas graves que tu
capitán sabrá el castigo que te mereces.
Además de una falta de respeto
el que no te hayas limpiado los mocos
verdes que te caen por la barbilla.
Difícilmente en estado de firme,
y saludando podía la criatura limpiarse.
------¿Alguna cosa más, Páter?
…..Sí, que reces quince padres
nuestros, quince avemarías, y quince credos, y da gracias que no te mande a
Chinchilla para que te quiten cuando se te queden pegaos los mocos del frío con
una teja, esos que desigualmente tratas.
Con el rabo entre las piernas y
unos sudores que se mezclaban con las velas de las narices, ríete de las de la Iglesia cuando son las fiestas
patronales.
Sabedor de que el terreno andaba
embarrado y resbaladizo.
Pepe Mocos Verdes fue destinado
al polvorín de Chinchilla.
Cuando unas semanas después le
preguntó Felipón a don Santiago.
¿Dónde estaba el milagro de que
no les faltasen de las taquillas de los paisanos los quesos y los chorizos de
Cuenca y de Albacete?
RESPUESTA
Hijo mío, el diablo sabe más por
viejo que por diablo.
(CHASCARRILLO)
El milagro de los
quesos y chorizos
fue el milagro de Mocos Verdes.
A los de Cuenca y a los de Albacete
no se los iban a tocar ningún Mocos Verdes.
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Venimos del polvo
vamos al polvo y
estamos haciéndonos polvo.
(Pedro Ruiz.)
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