Hasta no hace mucho seguía viva también en nuestra tierra la tradición de recitar romances, algunos de los cuales tenían su origen en la baja Edad Media y, por supuesto, en los siglos posteriores donde se instaló tal costumbre literaria entre el pueblo. Gran parte de los que pude recopilar antes de que el olvido los borrase del todo pertenecen a la tradición moderna, pero igualmente se difundieron mediante pliegos sueltos por toda la geografía hispana en versiones que los que gustaban de esta literatura popular se encargaba de potenciar con variantes más o menos significativas cuando se ocupaban de difundirlos oralmente.
Entre estos romances (podéis leer otros muchos en ese Cancionero popular de la Mancha conquense) podemos enmarcar el de "Agustinita y Redondo", del que se pueden encontrar versiones por toda la Piel de Toro. La versión que uno recogió es la que me proporcionaron mis tías Antonia y Domi. Se trata de una versión amputada o, mejor, incompleta, pues suele pasar con estos poemas antiguos extensos que los informantes apenas recuerdan algunas estrofas, del mismo modo que uno puede encontrarse con sorpresas en las que se recuerda el romance completo tal y como se difundió (se recitó, se cantó) en los días en que esto era habitual. Quizás algún lector de la zona nos pueda regalar alguna versión registrada en su pueblo o en su familia. Esta que os paso es de Las Pedroñeras (aunque no tienen patria los romances), recogida al menos en este pueblo. Los puntos suspensivos entre corchetes significan que falta texto que los informantes no recuerdan. El poema está compuesto a base de cuartetas asonantadas (coplas).
Más abajo os dejo la versión del romance de Tresviso (Asturias), cantado y con música. Así podréis comprobar esas variantes a las que me refiero.
Romance de Agustinita y Redondo (versión pedroñera)
En el pueblo de La Granja
había una señorita,
hija de Antonio Moreno,
que se llama Agustinita.
Estando la Agustinita
con su Redondo a la puerta,
pasó su padre cruel
y le ha dicho "sinvergüenza".
Se pasó la Agustinita
muy triste y desconsolada:
Coge la mula Redondo
y métela en la posada.
-Madre, me pongo muy mala;
madre me voy a morir;
madre, llame usté a Redondo,
que se despida de mí.
Y salta el padre cruel
como una fiera malvada:
-Aunque te mueras mil veces,
Redondo no pisa casa.
-¡Ay, qué padres tan crueles!
¡Ay, qué familia tan baja,
que antes de morir la hija,
ya han preparado la caja!
La caja era de cristal,
los rincones de madera;
la ha regalado Redondo
pa que su padre la vea.
La corona que llevaba
[...]
Los zapatos que llevaba
eran de fino charol,
regalados por Redondo
el día que ella murió.
Ya se ha muerto Agustinita,
ya la llevan a enterrar.
Ya se ha muerto Agustinita,
ya la van a echar al hoyo.
[...]
Y no te olvides de este:
Ángel Carrasco Sotos
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