Cenizos y luminarias - Poesía de Fabián Castillo Molina | Las Pedroñeras

sábado, 14 de noviembre de 2015

Cenizos y luminarias - Poesía de Fabián Castillo Molina

Luminaria (Fotografía de Fabián Castillo Molina)


por Fabián Castillo Molina

Cenizos y luminarias







Elevad vuestros cuerpos como pájaros.
Observad desde arriba a estas criaturas,
afanándose en juegos y trabajos lejanos,
por caminos y sendas, polvorientas y oscuras.

Grandes riatas de cenizos
por los caminos arrastran
pomposos, grises, pajizos
para encender luminarias.

Con tomizas y cordeles
por el centro los ensartan
que en viñas, rastrojos y eriales,
 en campo abierto descansan.

Chiquetes en dos cuadrillas
remontan cerros y lomas
viendo volar a palomas
calzados con zapatillas.

Lomas que son cordilleras
pa remontalas tirando
de tortuosas chorrileras
con llamas secasjugando.

Compiten en los arrastres
de estos sinuosos gusanos,
pedroñeros, castellanos.
Campos de grandes contrastes.

Días que viene el aire cierzo
y les rompe las tomizas
las anudan con esfuerzo
aunque ya estén hechas trizas.

Vedlos llegar a tahúllas
miradlos entrar al fin,
como cordadas patrullas
interminables, sin fin.

Avanzan por el lugar,
suena su arrastrar rasposo:
cenizos para ligar
de la Placeta hasta el Coso

Llegan a casa y los pasan,
forman montón en corral,
las espinas se repasan
de cardos del trigarral.

Aguardan llegue la noche
con ansiedad y alborozo,
andan el pueblo sin coche
desde el Vivero hasta el Pozo.

Por fin a las doce en punto
arrebatan campanadas.
El pueblo se torna rojo.
Cenizos en llamaradas.

Cantan mancebos y mozas
con zambombas y  panderos;
canciones que son gozosas
de diablos y alabarderos.

Como yo soy del Pozo
vengo rodando
y traigo el capotillo
lleno de barro.

Corcho con corcho,
caña con caña;
tú eres la reina
 de mis entrañas.

Anda y dile algo, 
algo le diré:
lindango, lindango,
caramba y olé...

Cuando se apagan las llamas
todavía quedan las brasas
y en lumbres que había sarmientos
algunos asan patatas.

Y se las comen con sal
que les sacan de las casas;
y mientras beben en bota,
otros se cuentan batallas.

Grupos de futuros hombres
que suelen andar p'atrás
extienden restos de lumbres
a peñazos y patás.

Y mancebos más formales
con badiles y con palas
retiran los restos muertos
de sus grandes luminarias
mezclando en sus basureros
siemprevivas candelarias.

Tal como todo comienza
también tiene su final.
Se apaga la luz del porche
la del cuartoy el portal.



Libros de Fabián Castillo Molina: 


Al pueblo (poesía) y La Culpa (novela)



 

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