Continúo con esta cuarta entrega referente a los cantares populares pedroñeros que hablan de la mujer de esta tierra (entradas anteriores por en este enlace). Hasta aquí he recogido aquellos en los que nuestras mujeres son alabadas, y en ese empeño continuamos. En la próxima entrega ya os dejaré unos cuantos en los que no se habla muy bien de ellas (claro, se fraguarían en lugares vecinos, y en estas coplillas ya se sabe: se va a muerte con la competencia). Todas estas coplas, como sabéis, están extraídas de mi libro Cancionero popular de la Mancha conquense (últimos ejemplares a la venta, os recuerdo).
El primero es una seguidilla que continúa con esa comparación de nuestras mozas con las de pueblos vecinos, cuestión que ya traté en la entrada anterior. En este caso, en realidad lo que se compara son pueblos, y al hilo de ello, se pondera la bondad de las mujeres pedroñeras: viene a decirnos que ser grande un pueblo, como lo es Villarrobledo (que en realidad es ciudad), no es garantía de calidad (fijaos: "corral de vacas", dice hablando del pueblo vecino; ya sabemos lo que se cría en su interior); al contrario, en pequeños frascos se guardan las mejores esencias. Leámoslo (es el nº 3310 de nuestra colección):
Villarrobledo grande,
corral de vacas.
Pedroñeras pequeño,
buenas muchachas.
En el que os copio a continuación, se parte de un refrán conocido y ampliamente difundido: "¡Viva el lujo y quien lo trujo!" (trujo es voz arcaica que se corresponde con la actual trajo, del verbo traer), a raíz del cual se aplica tal lujo a quien sabe ganarse el crédito, esto es, a la mujer, sí, de Pedroñeras (lo habéis adivinado). Se me escapa un poco eso de que "lo saben menear [el lujo]" (¿o se refiere al pandero, leré?). Por aquí lo tenéis (nº 1068 de nuestra colección):
Viva el lujo y quien lo trujo,
y quien lo sabe llevar:
las mozas de Pedroñeras,
que lo saben menear.
Por último, uno de comienzo tópico con desarrollo aplicado a nuestras mujeres, en concreto a las de una calle del pueblo, la del Vivero (antiguo Carril de las Pulgas). La calle se cambiaba dependiendo de quien lo cantase, haciendo valer la suya (a las mujeres de la suya quiero decir) por encima del resto. Sí, también dentro de la misma localidad había competencia y la cosa iba por barrios... o por calles. Leámoslo (o cantadlo si sabéis entonar; es el nº 1071 de nuestra colección).
Al entrar a Pedroñeras
se crían las cañas verdes,
y en la calle del Vivero
muchachas como claveles.
©Ángel Carrasco Sotos
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