No hace mucho que me hice con este libro titulado Cancionero de amor y de risa, publicado por primera vez en 1917 por Joaquín López Barbadillo y en el cual el autor recoge una selección de poesía erótica de la historia de nuestra literatura en lengua castellana. Reza el subtítulo aclaratorio: "en que van juntas las más alegres, libres y curiosas poesías eróticas del parnaso español muchas de ellas jamás impresas hasta ahora y las restantes publicadas en rarísimos libros". ¡Como para perdérselo! Es el caso que entre el follaje de poemas encontré uno que trataba del ajo y, ¡cachis!, se quedó fuera de ese Jardín de curiosidades sobre el ajo.
El poema fue escrito en el siglo XVIII y es anónimo, como muchos otros que circularon en este tiempo, salidos de las plumas, ¡ojo!, más líricas y cuidadas de la época: el dramaturgo Nicolás Fernández de Moratín o el conocido fabulista Félix María de Samaniego fueron dos de los muchos nombres (la mayoría de las veces amparados en seudónimos) que sucumbieron a escribir, paralelamente a su obra más grave, poesías eróticas muchas veces siguiendo el más burdo de los estilos.
Sin más, os dejo con el poema. Espero que os guste (no os perdáis los juegos de palabras). Dice así:
En Madrid, robé un ajo
a una tendera;
me ordenó la justicia
que el ajo diera.
Como mi honra y fama
estaban allí,
me arreglé de manera
que el ajo di.
Pedro, mi amigo, al verme:
"Muy bien hiciste
(dijo), pues he sabido
que el ajo diste".
Y al que murmuró, ufano
así contestó:
"Sabed todos, imbéciles,
que el ajo dio".
ÁCS
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