La
Laguna del Taray es antiquísima, y ya existía (como podréis suponer) antes de que se levantara muy
cerca de ella la casa y bodega de la actual finca. La laguna, como es sabido,
está situada entre Las Pedroñeras y Las Mesas, sirviendo su centro, si echamos
un vistazo a los amojonamientos antiguos, como mojón de límite entre ambos
términos.
En
época medieval y renacentista se denominó también “laguna”, pero es habitual
hallarla mencionada como “charcón” o “lavajo” del Taray Blanco.
Hasta
hace pocas décadas, la gente se acercaba hasta ella para bañarse en verano, una
vez que habían terminado las labores de siega y acarreo, para celebrar esto
precisamente. Algunas personas incluso murieron ahogadas en sus
aguas.
Cuando
llueve en abundancia, coge mucha agua, de modo que incluso pueden verse posadas en ella aves
migratorias: flamencos, cigüeñas, así como fochas y grullas. También acuden a
beber agua jabalíes. Los de más edad recuerdan que se cogían cangrejos
y se pescaba en ella el lucio y la carpa.
Casi
nace de ella el Río Taray, afluente del Záncara, pasa muy cerca el Camino real
de Villarrobledo a El Pedernoso y, en sus inmediaciones, existe un pinar, la hoy
seca fuente de los Gallardos y un conjunto de cedros centenarios singulares en
la provincia.
©Ángel Carrasco Sotos
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