Vocabulario del cuerpo en el habla pedroñera | Las Pedroñeras

domingo, 1 de abril de 2012

Vocabulario del cuerpo en el habla pedroñera



En el artículo se aporta y comenta el vocabulario específico que el pedroñero ha empleado tradicionalmente para designar a las partes del cuerpo humano.


En verdad este artículo preferiblemente habría de ir acompañado de una de esas ilustraciones que recogían los diccionarios escolares de mi época en las que aparecía un hombre en cueros del que salían como flechitas para indicar el nombre de cada parte de su cuerpo en cuestión (sana costumbre esta de ilustrar los diccionarios perdida para disgusto de muchos entre los que me incluyo). La cosa quedaría más presentable, pero el dibujo no es precisamente mi fuerte, ¡qué le vamos a hacer! Que cada uno se haga su propia e imaginaria composición de lugar. 

Todas las palabras las he ido extrayendo con paciencia de mi recopilación particular, que poco a poco va adquiriendo volumen, mucho volumen. No recojo, como veréis, los adjetivos que acompañan a estos nombres cuando dan cuenta de los distintos estados de los mismos (pienso en casos como: pelo agorlitao o engorlitao, patas abaleás o coclas, patas de horcate, barbilla zoqueta, bigote zorra, cabeza tábano, cara pan follao, culo rastrero, morros de orza, ojo cuco, pecho tabla, pelo lesna, cara pía, y un largo etcétera) pues la lista se haría interminable.




Algunas de estas voces (muy pocas, no creáis) las encontrará quien las busque en algunos diccionarios generales y específicos, normalmente marcadas como populares o vulgares. Son términos que, en muchos casos y por otro lado, uno puede escuchar también en la contorna si pone atención a los corrillos de viejos.

Dirán otros que desconocen ciertos vocablos de los aquí recogidos o no los han oído mentar jamás. Yo únicamente aseguro que registro tan solo lo que llega a mis oídos, y siempre lo contrasto por si acaso. Nada más lejos de mi intención que incluir en nuestro diccionario palabras que no se han usado entre los nuestros.

Bueno, creo que iré de arriba abajo, desde el remolino hasta las uñas de los pies (por seguir un orden). 

La parte más alta de la cabeza (también llamada molondra, melón, cataplera, cerro, chinutra, gabis, gaita o techumbre) es el cocote y de donde arranca el pelo, la coroneta. En el interior del cocote está el celebro. El pelo recubre la cabeza cuando uno no está calvo como una calabaza; pues bien, si este es largo, o está sucio o alborotado recibe el nombre de greños o cucaños. Al mechón de pelo que cae sobre la frente, es decir al flequillo, aquí se le denomina cerrita. Y a los pelos que salen en la parte posterior del cuello o cogote (que aquí algunos llaman tozo y, más generalmente, pescuezo), a los tolanos vamos, se les llama viejos. Si uno es pelirrojo, lo llaman jaro, pelijaro o colorao. La cara en sí no recibe ningún apelativo particular, a no ser que sea ancha, y entonces sí que la llaman carunflón o carántula. La piel que la recubre no es el cutis, sino el cuti

Si nos fijamos, a ambos lados de la cabeza crecen unas protuberancias o excrecencias; que nadie se asuste, tanto solo son las orejas; pues bien, la zona en la que se asientan es la cepa la oreja (lugar muy dado a ser amenazado de golpes, no me pregunten por qué). Con la palabra oído aquí solo se refieren al oído interno, en cuyo interior habita el llamado sapo del oído, que, créanlo o no, se solía alimentar con leche de teta el amigo, pues así, dicen, mejoraba la capacidad auditiva. 

El globo ocular (o más bien, su parte interna) es la bola del ojo. Y, por cierto, los párpados pasan a ser los párpagos, y con ellos se parpaguea, como no podía ser de otra manera. La nariz (o narices) pueden recibir también el nombre de chatas o narpias (depende de su tamaño) y el cartílago que forma su pendiente es el caño (hay gente que tiene el caño de las narices tirando a feo). Los labios frecuentemente son los morros u hocicos (que se pueden refregar o no). La papada que cuelga del maxilar inferior, esto es, de las quijás, es la papa o papá.




Dentro de la boca habitan los dientes: las palas son los incisivos y los colmillos los caninos (sin que con ello descubramos nada nuevo). Una cueva es una caries, las encías son llamadas por muchos ancías, y el paladar es el cielo la boca. Más aún, las anginas son enginas, el garguero es el gualguero y el gaznate, el gasnate. El caso es no llamar a las cosas por su nombre. En el interior de la boca se encuentra también la campanilla (úvula) o galillo (palabras ambas conocidas popularmente en toda España). 

Sigamos bajando: el cuello puede ser la gaita (si se estira). Y fijaos qué nombres más curiosos: a la clavícula se le ha llamado el asa el hombro, al esternón la tabla el pecho y a la caja torácica el arca el cuerpo. Por cierto, al esqueleto en general hay quien lo llama escaleto y la carne del cuerpo es la chicha (así como la piel es el pellejo). Los pezones son las tetillas (y su conducto en las madres es el caño: por él sale la leche). Hay que añadir que los pechos de la mujer (junto a los conocidos tetas, domingas, melones, pechera, pechuga, peras y demás) son nombrados entre el vulgo pedroñero como mamellas, perolas o tetos, cuando su tamaño sobrepasa la cavidad de una mano de adulto. 

La espalda son las costillas (si te caes de espaldas te puedes escostillar) y en la parte alta de la misma hay dos paletillas (omóplatos); el costado (costao) es el lao y de él cuelgan las mollas o arzollas (michelines). La parte del lao que cubre el brazo es también conocido como delgao. La zona de los riñones (la riñonada) es la riñonera. La columna vertebral viene a ser el espinazo y las vértebras que la forman las llaman cuentas. El espinazo, por cierto, se dobla por la bisagra (a veces duele). El extremo inferior de la columna (la rabadilla) para los más es la corcusilla (hay quienes lo pronuncian bien, y dicen curcusilla). 

En el interior del cuerpo hay órganos como la visícula (la vesícula), la pendi (el apéndice) o el deudeno (duodeno). Todos ellos están dentro de la panza (barriga o vientre), que, cuando es grande recibe los simpáticos nombres de panzote, panzón o panzo (también mondongo). Su parte inferior es el empeine (como recogen aproximadamente los diccionarios). Los espacios entre las costillas falsas y la cadera (la ijada) son los ijares o renes (que servía a las mujeres para llevar el cántaro, o simplemente, a todos, para apoyar las manos cuando ponemos los brazos en jarras). 

Donde la espalda pierde su casto nombre comienza el culo (el conocido pompis o pandero, que aquí también lo he oído denominar penca), formado por los glúteos, llamados aquí jarretes o carrillos del culo. La hendidura que forman ambos jarretes se conoce sin más como la raja el culo, en cuyo interior se esconde un agujero (el ano) denominado corrientemente mediante disfemismos del tipo ojo el culo, ojal, ojete, ojo sin niña, ojarascal u ojo moreno (conviene llevarlo limpio).




En la zona delantera están las partes pudendas que aquí también han recibido sus cariñosos apelativos. Si empezamos por la mujer, la vulva y vagina han sido llamadas con nombres muy conocidos en todo el territorio nacional: almeja, chichi, chocho, chumino, conejo, coño, higo, papo, pelambrera, raja, seta, entre otros; a los que hay que añadir nuestros particulares bujero, burraco, catuplera, choto, fandango, fafao, fole, fotre, haba, raco, tomate o zatre

Al pene del hombre (junto a los conocidos canario, chorra, churro, cipote, cola, colgajo, estaca, herramienta, instrumento, minga, nabo, pájaro, partes, pepino, pera, picha, pijo, pilila, pirindola, polla, rabo o tranca) aquí se le ha llamado, por añadidura, pita, tarugo, vástago, dedo sin uña o zupo (y coleta o sapete a la del niño). Por no hablar de los testículos: a los populares cataplines, cojones, huevos o pelotas, nosotros agregamos (¡sorpresa!) disbolsos y pelendengues (como cuelgan igual que los pendientes o que los pelendengues del carro, pues nada). 

En general, antes, era común llamarle a ambos aparatos (al de él y al de ella, en conjunto) los trastos de lañar

Los huesos sacro, cóccix y otros forman la pervis (pelvis), en boca de los viejos. 

Sigamos hacia abajo: las piernas ya sabéis que son las patas, también llamadas remos y zancas (si son largas). Cuando son delgadas se habla de canillas y cuando son gordas patuchos. En cualquier caso, la canilla se corresponde propiamente con la parte de la pierna que va desde la parte baja de la pantorrilla hasta el comienzo del pie. La parte trasera de las piernas (los jarretes o corvas) son las nalgas, que era donde te daban con el verduguillo. A la rótula o hueso de la rodilla se le llama rulaja y al menisco (cierto cartílago de esta zona) el minisco. Y, para ir acabando, las piernas terminan en los pies o pinreles, que cuando son grandes o están sucios se les llama pezuños. Por cierto, la curva que forma el pie en su unión con la pierna es la garganta (del pie). 

¡Ay, que nos dejamos los brazos! ¡P’arriba otra vez! Hay quien los llama también remos, como a las piernas. El codo recibe el simpático nombre de hueso de la risa y el bíceps bola o gato (se saca). La muñeca, por cierto, es la gobanilla (se solía abrir cortando ajos). Las manos a veces son manoplas si son grandes, y la izquierda es la zoca. Las manos se componen de dedos (deos, mejor dicho) que cuando están sucios son dátiles. El pulgar es el dedo gordo, el meñique es el dedillo y el índice el mocoso (por lo que todo el mundo sabe). La molla del dedo gordo es el pulpillo. Las uñas que culminan los dedos, si están sucias o sin cortar, son uños y las manchas blancas que en ellas suelen aparecer, mentiras

Y bien, queridos, creo que el viaje ha valido la pena. Hemos ido recorriendo y tocando casi todas las partes del cuerpo (algunas con cierto pudor), para mostrar un poco de nuestra riqueza léxica. Si el artículo ha causado alguna sonrisa por añadidura me doy por satisfecho. 

©Ángel Carrasco Sotos 

NOTA INFORMATIVA (del año 2008): 

a) No sé si debido a los diversos artículos publicados por mí sobre el asunto o a las conversaciones que tuve con el dueño de la Finca Moltalbán (o quizá por algo ajeno a todo ello), el caso es que Agricultura se ha preocupado por el asunto y por fin ha sido apuntalada la Mata Grande o Hermosa. Gracias; sólo a nosotros nos toca ahora mimarla para que perdure y nuestros descendientes puedan disfrutar de la belleza de este árbol centenario (belleza algo mermada desde que se desgajaron del conjunto varios de sus mayores vástagos debido al abandono y la dejadez). 

b) Desaparecen del paisaje de nuestros campos las siluetas de la Casa Alta y la Casa del Nido por derribo. Esta última Perteneció a don Paco Molina y actualmente es propiedad de los descendientes de Juan Peregrín, de Pulpí (Almería). 

Trabajaron aquí como caseros: Joaquín Romero “el Chino”, casado con Lucía Gómez “Polilla”; Manuel Monedero “el Banero”, casado con una “Santanilla”; Faustino González “Siro”, casado con Isabel Guijarro “la Liebra”; y Víctor Guijarro “Liebre”, casado con Adriana Pacheco “Jorja”. Y fueron mayorales: Juan Andrés Castillo, casado con María Pacheco “de Juan el Carnicero”; Ángel Carrión “Escalera”, casado con Esperanza Romero “la China”; y Julián Carrión, y su hijo, que fue también mayordomo, casado con Milagros Sotos “Santana”. 



[Este artículo fue publicado en el periódico local Pedroñeras 30 Días, número 86, diciembre de 2008].

©Ángel Carrasco Sotos

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Ángel Carrasco Sotos

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