(Foto del libro "Mapa de Las Pedroñeras. Toponima histórica comentada", 2015)
[El libro por aquel entonces andaba haciéndose. Las investigaciones y su redacción avanzaban poco a poco, pero sin pausa. De lleno estaba yo metido en estos asuntos de la toponima de Pedroñeras al mismo tiempo que procuraba no descuidar otros trabajos entonces en marcha: el diccionario, el libro sobre el folclore infantil, etc. Ya sabéis: todo aquello que luego se fue publicando alipoco alipoco. El artículo que a continuación os copio, se publicó en la gaceta local en febrero de 2008, y ahora he querido remozarlo para que podáis releerlo sin perder de vista que fue publicado hace ahora más de 10 años. Casi tal cual os lo dejo. Fueron varios los días que Damián (el guarda de la caza) y yo estuvimos repasando y visitando distintos espacios dentro de nuestro término municipal, especialmente los mojones que delimitan nuestro término. Fueron días intensos, de grandes caminatas, pero de amable disposición por parte de nuestro informante y de gustosa compañía. Espero que os guste].
Decía así:
"Las anotaciones sobre el mapa que día a día voy elaborando van depositándose y encontrando cabida en los huecos de su superficie. Los nuevos hallazgos han llegado ahora de la mano del guarda de caza Damián Carrión Sotos. En dos tardes hemos hecho los recorridos pertinentes y ha ido señalándome ciertos puntos o enclaves que yo desconocía.
Sobre todo me ha informado de diversos calderones que sirven hoy en día de bebederos de animales y que él se encarga de impedir que se queden secos, llenándolos de cuando en cuando con el agua de una cuba que transporta en el coche. Son en su mayoría calderones de piedra que han sido reforzados con cemento por la Sociedad de Cazadores, con lo que han ganado en capacidad, aunque perdiendo su aspecto primitivo (vaya una cosa por la otra): uno en el Cerro de la Mira, otro en el Cerro Francés, otros dos en las Lomas del Valenciano (cerca de la Cañada de Bayona) y algunos más en el Cerro Perdigón y en Navarredonda.
Algo de conversación
Damián no conoce nombres, pero sí al dedillo el campo que día tras día recorre en un todoterreno cumpliendo con prestancia y seriedad los cometidos que su oficio conlleva. Así, se conoce el territorio del coto en su totalidad, cada loma, cada carril, todo, ya digo. Mientras rodamos me va hablando sobre la plaga de conejos que asuela nuestra comarca, del uso del hurón para sacarlos de sus madrigueras y poder matarlos, de los cepos de furtivos, de la captura de zorros y de otros problemas actuales que atañen al rico mundo de la cinegética. Damián es discreto y, eso sí, nunca da nombres (y yo tampoco pregunto). El móvil, mientras, no para de sonar: los agricultores solicitan su ayuda con los hurones para terminar con los conejos que están acabando con la siembra. En estos días de frío el trabajo se lleva como se puede y la garganta se le nota sufrida.
Damián señala con el dedo desde el coche hacia un punto: “¿Y los topillos?”, dice enfáticamente. Sí, ya llegaron, ya están aquí los topillos; han saltado el Sistema Central (posiblemente camuflados en simiente de cereal traída a granel) y se han instalado en nuestra Mancha, así que ya podemos ver aquí lo que antes solo nos proporcionaban las imágenes del televisor: los numerosos montoncillos de tierra que dan cuenta de que debajo se han alojado al calor de los sembrados. De momento únicamente alcanzamos a distinguir sus huellas indubitables principalmente en grandes rochas de La Veguilla o Navalcaballo, pero ¿y después?... Seguiremos informando.
¡Una de caminos!
Damián me marca también ciertas simas hoy tapadas con piedras (¿era necesario dado el atractivo que estas cuevas siempre tienen y la curiosidad que despiertan?), una en El Picarazo, y otra en Navarredonda, de donde, según me cuenta, en días de helada sale un vaho de ella a modo de fumarola.
También me lleva a ver una cueva que existe en la zona de El Ituelo y que yo no tengo anotada. Al final la encontramos, escondida en la roca, en un altillo en el que se observan restos de cerámica quizá por haber habido allí alguna antigua edificación. Esas son elucubraciones que soltamos al aire frío pero permisivo de esta tarde de enero, sobre el que vemos ahora planear a un búho real. Para llegar a ella, a la cueva digo, tenemos que ir a pata pues el nuevo dueño de La Veguilla [Era Rafael Santamaría por aquel entonces], que también ha adquirido estos terrenos de El Moral y El Ituelo, ha arado el camino que aquí estuvo toda la vida de Dios (¡amén!). Se ve que ha pensado que lo mejor es hacerlo desaparecer antes de que hagan un catálogo o inventario de caminos públicos y vean que aquí hay uno y le dé a la gente (a esos malones) por pasar por él.
Quiero hacer aquí un inciso porque los más suspicaces siempre piensan que es que queremos lo que no es nuestro y a lo mejor el camino no es vecinal y pertenece a la finca y todo eso. Bueno, el camino no es de la finca por la sencilla razón de que la finca en cuestión (al oído: La Veguilla) no llegaba hasta aquí. Éste era simplemente un caminillo que, partiendo de la actual Carretera de La Alberca, daba entrada a los molinos y batanes que a su paso se encontraban, hasta llegar ¡al molino de La Angostura! que está cuatro kilómetros largos más arriba. Y para que vean que me documento allá va lo que yo he sabido de él:
a) Aparece señalado en el mapa municipal de 1907 saliendo desde el puente de El Moral y va bordeando el río hasta empalmar con el “Camino antiguo de Pedroñeras a Carrascosa”. Camino antiguo, repito, así reza el nombre oficial.
b) También se recoge en el mapa de La Veguilla de 1947, en el que recibe dos nombres: “Senda al molino del Hituelo” y, a partir de la desaparecida casa principal de esta finca (gracias, ¡era tan fea!), “Senda del Bohón”.
c) Por último, en el mapa del Instituto Geográfico y Catastral de 1942, donde aparece con el nombre de “Senda de Pedroñeras al molino de la Angostura”. ¡Ejem!
No sé hasta cuándo tendremos que aguantar estos desmanes, atropellos, abusos, excesos... e ilegalidades cometidas con iniquidad libérrima. Yo he pensado en arar dos o tres caminos de estos que no están muy transitados para sembrarlos de pipas. Y a ello animo a todos, ¡hala!
En fin, salimos de allí los dos soltando dioses (es un decir) y de barro hasta las orejas porque... como no hay camino tuvimos que ir a cruza campo (por curpa der ceñorito). Dicen que se está en conversaciones (léase “negociaciones”) que, al parecer, beneficiarán a todos. Eso esperamos (y no es retórica, pues existe una confianza sincera), y creo que desde algunas asociaciones desinteresadas se están aportando ideas que tendrían a ambas partes (pueblo y propietario) conformes. [No llegaron al final a nada las negociaciones, para bien o para mal].
Sirvan estas pocas palabras, por último, para agradecer a Damián Carrión Sotos su diligente y generosa disposición.
[Este artículo fue publicado en la gaceta local Pedroñeras 30 Días, número 77, febrero de 2008].
[Este artículo fue publicado en la gaceta local Pedroñeras 30 Días, número 77, febrero de 2008].
©Ángel Carrasco Sotos
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